viernes, 2 de abril de 2010

LA FAMILIA Y EL ADOLESCENTE

Generalmente los adolescentes en su etapa de queres ser independientes atraviesan por distintos problemas e interrogantes como:







¿PORQUE SE DA LA DISCUSION CON LOS PADRES?


La ropa que llevas. Los alimentos que comes. El color de las paredes de tu habitación. A dónde vas y cómo llegas allí. Con quién sales. A qué hora te acuestas por la noche.
Te preguntarás qué tienen en común todas esas cosas. Son unos pocos de los cientos de ejemplos de cosas que tus padres controlaban en tu vida cuando eras un niño. Cuando eras un niño, no tenías voz ni voto en muchas de las cosas que sucedían en tu vida; tus padres tomaban todas las decisiones, desde qué comías a la hora del desayuno hasta qué pijama te ponías para dormir. Y esto es lo que corresponde. Los niños necesitan ese tipo de protección y asistencia, porque no son lo bastante maduros para cuidar de sí mismos ni para tomar decisiones sobre cuestiones importantes.


Pero, con el tiempo, los niños crecen y se convierten en adolescentes. Y parte del hecho de ser un adolescente consiste en desarrollar una identidad propia, una identidad que es diferente de la de tus padres. Es completamente normal que los adolescentes tengan sus propias opiniones, ideas y valores sobre la vida; eso es precisamente lo que los prepara para la etapa adulta.
Pero, mientras tú vayas cambiando y convirtiéndote en esa nueva persona capaz de tomar sus propias decisiones, es posible que a tus padres les cueste bastante adaptarse al cambio. Todavía no han tenido tiempo para acostumbrarse a tu nuevo "yo"; todavía te ven como a aquel niño a quien no le importaba que lo decidieran todo por él.
En la mayoría de las familias, es este proceso de adaptación lo que suele provocar muchas discusiones entre padres e hijos. Tú quieres decorar las paredes de tu habitación con carteles y ellos no entienden por qué han dejado de gustarte los dibujos que siempre has tenido en tu dormitorio. A ti te parece bien pasar el tiempo con tus amigos en el centro comercial cada tarde al salir de la escuela, pero ellos preferirían que practicaras algún deporte. Este tipo de enfrentamientos son muy frecuentes entre padres e hijos durante la adolescencia: los adolescentes se enfadan porque consideran que sus padres no los respetan y no les dejan espacio para hacer lo que les gusta, y los padres se enfadan porque no están acostumbrados a no tener el control o porque no están de acuerdo con las decisiones de los adolescentes.


Es fácil acabar muy dolido en este tipo de conflictos. Y cuestiones más complejas, como el tipo de amigos que tienes o tu actitud hacia el sexo o salir por las noches, pueden desencadenar discusiones incluso más fuertes, porque tus padres siempre intentarán protegerte y garantizar tu seguridad, independientemente de la edad que tengas.


La buena noticia sobre las discusiones que tienes ahora con tus padres es que en muchas familias este tipo de peleas disminuyen a medida que los padres se van haciendo a la idea de que sus hijos tienen derecho a tener sus propias opiniones y una identidad que puede diferir bastante de las suyas. De todos modos, es posible que tanto tú como tus padres necesiten varios años para adaptarse a los nuevos roles. Mientras tanto, haz un esfuerzo por comunicarte con tus padres lo mejor posible.

A veces te parecerá imposible, como si tus padres no fueran capaces de entender tu punto de vista y nunca fueran a cambiar. Pero el hecho de hablar y expresar educadamente tus opiniones puede ayudarte a ganarte el respeto de tus padres, y podrán llegar a acuerdos satisfactorios para ambas partes. Por ejemplo, si estás dispuesto a limpiar tu habitación para poder volver a casa una hora más tarde, tanto tú como tus padres saldrán ganando. Además, ten en cuenta que todos los padres han sido adolescentes y en la mayoría de los casos pueden hacerse una idea de lo que están pasando sus hijos.


Cuando las discusiones de los padres van demasiado lejos
Pero a veces, cuando los padres discuten, hay demasiados gritos, chillidos e insultos y se dicen cosas muy duras. Aunque algunos padres se comporten de este de modo, no está bien faltar el respeto a otros miembros de la familia, usar lenguaje degradante o insultante, chillarles o gritarles.


En ocasiones, las discusiones de los padres van todavía más lejos, incluyendo empujones, lanzamiento de objetos o golpes. Aunque ninguno de los dos sufra lesiones físicas, una discusión ha ido demasiado lejos cuando uno de ellos utiliza amenazas para tratar de controlar al otro a través del miedo. Por ejemplo:

  • Amenazando con lesionarse a sí mismo
  • Amenazando con suicidarse
  • Amenazando con abandonar al otro
  • Amenazando con denunciar al otro a bienestar social
  • Destruyendo las propiedades del otro
  • Estas cosas nunca son aceptables.

Cuando las discusiones se convierten en peleas, pasando a las manos o incluyendo amenazas, significa que las personas que se están peleando tienen que aprender a controlar el enfado.

¿Y QUE PASA CON EL ADOLESCENTE?


A mucha gente le resulta duro ver a sus padres gritándose mutuamente. Ver a tus padres alterados y fuera de control puede confundirte: ¿no se supone que los padres deben ser las personas calmadas, maduras y serenas de la familia? La medida en que te preocupen las discusiones de tus padres dependerá de la frecuencia con que sucedan, la intensidad de las mismas o el hecho de que se produzcan en la intimidad o delante de otras personas.
Es posible que, durante una discusión, te preocupes más por uno de tus padres que por el otro. Es natural preocuparse porque tu mamá o tu papá se pueda sentir especialmente dolido por lo que le ha dicho el otro. O quizás te preocupe que uno de ellos llegue a enfadarse tanto que pueda perder el control. ¿Te preocupa que alguien pueda resultar herido físicamente? Con todo este estrés mental y emocional añadido es posible que tengas dolor de estómago o que tengas ganas de irte a llorar a tu habitación. Es comprensible que te sientas de ese modo cuando hay conflictos a tu alrededor.
Si tus padres están discutiendo por ti, puede resultarte especialmente duro. Muchas personas en este tipo de situaciones pensarían erróneamente que la discusión es por su culpa. Pero las discusiones de tus padres nunca son culpa tuya.


Si las discusiones de tus padres te preocupan mucho, es posible que te cueste dormir o asistir a clase. En tal caso, trata de hablar con uno de tus padres o con ambos sobre su comportamiento. Tal vez no se hayan dado cuenta de lo mucho que te afectan sus discusiones hasta que se lo digas.
Si tú o alguien que conoces vive en una familia donde las discusiones van demasiado lejos, explícaselo a alguien. Puede ayudarte hablar de ello con otro familiar, un profesor, el psicólogo de tu centro de estudios o cualquier adulto en el que confíes. A veces, cuando discuten, algunos padres pierden tanto el control que se lesionan entre sí o lesionan a otros miembros de la familia. En estos casos, el hecho de informar a alguien al respecto permitirá ayudar y proteger a la familia de las peleas.

Los miembros de una familia pueden aprender a escucharse y a hablar de sus sentimientos y diferencias sin necesidad de gritarse y chillarse. Pueden pedir ayuda para solucionar el problema de las discusiones y peleas familiares a psicólogos y terapeutas. Aunque puede requerir esfuerzo, tiempo y práctica, los miembros de una familia siempre pueden aprender a llevarse mejor.




LAS FAMILIAS FELICES Y SANAS

Si tu familia discute de tanto en tanto, intenta no preocuparte: ninguna familia es perfecta. Incluso en el hogar más feliz surgen problemas y la gente discute. Generalmente los miembros implicados exponen abiertamente lo que les preocupa y hablan sobre ello. Con un poco de suerte, podrán llegar a acuerdos o negociar una solución. Entonces todo el mundo se sentirá mejor y la vida podrá volver a la normalidad.





Ser parte de una familia significa arrimar el hombro e intentar hacerle la vida mejor a los demás. Las discusiones suceden y no pasa nada. Con amor, comprensión y un poco de esfuerzo, las familias pueden solucionar casi cualquier problema.




NOTA:
POR TODO ELLO DEBEMOS DE APOYAR A LA INDEPENDENCIA DEL ADOLESCENTE PERO SIEMPRE CON AMOR Y COMPRENSION RECUERDEN LA BASE DE LA SOCIEDAD ES LA ADOLESCENCIA Y LA NIÑEZ.

No hay comentarios:

Publicar un comentario